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Oliverio Girondo

A nadie espanta el Espantapájaros

Muchos recordarán la película El lado oscuro del corazón (1992), de Eliseo Subiela, donde el protagonista, Oliverio (interpretado por Darío Grandinetti), está en la búsqueda de una mujer que sea capaz de “volar”.

En la primera escena, el Oliverio de la ficción recita los versos del Oliverio de carne y hueso:

“Me importa un pito que las mujeres / tengan los senos como magnolias o como pasas de higo / un cutis de durazno o de papel de lija/le doy una importancia igual a cero / al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco/o con un aliento insecticida (…)  /¡pero eso sí! –y en esto soy irreductible- / no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar”.

Inmediatamente después, Oliverio activa un mecanismo desde su mesa de noche y se abre un agujero por donde la mujer (que no sabe volar) cae al infinito. La película, austera en presupuesto y pretenciosa en contenido, estuvo protagonizada por los poemas de Girondo, Juan Gelman y Mario Benedetti (que incluso tuvo un cameo).

Dicen que Subiela le apostó una botella de whisky al acomodador del cine a que su película no pasaría de las dos semanas en cartelera. Estuvo años. Y se convirtió en una película masiva, al punto que un banco español utilizó los versos de Girondo para promocionar una cuenta nómina.

Girondo murió en 1967 y no llegó a ver sus poemas en una película, ni en un anuncio y mucho menos entre las manos de tantos lectores en el mundo.  Pero sin duda fue un poeta histriónico que no nació para pasar desapercibido.

Cuando concluyó el poemario Espantapájaros (1932), Oliverio tenía 40 años y ya era una figura reconocida de la vanguardia argentina. Había viajado por todo el mundo y publicado dos poemarios con excelentes críticas.

La publicación de Espantapájaros tenía que ser colosal y, para lograr tal efecto, Girondo optó por una performance. Creó una escultura gigante de papel maché de un “espantapájaros académico” que recorrió la ciudad en una carroza tirada por seis caballos hasta un local en la calle Florida, donde se vendían sus libros. En un mes agotó los primeros 5,000 ejemplares.

Para algunos, su performance fue una payasada. Para otros, una extraordinaria estrategia de marketing.  La escultura de 3 metros hoy se exhibe en el Museo de la Ciudad de Buenos Aires, la película sigue cultivando adeptos, los poemas se renuevan en otras voces, Veinte poemas para leídos en el tranvía (1922), Calcomanías (1925), Persuasión de los días (1942), Campo nuestro (1946) y En la masmédula (1953) se agotan y reeditan. El poeta sigue vivo.

Dichosos los que están a punto de descubrir a Oliverio Girondo.

Oliverio Girondo

Octavio José Oliverio Girondo (Buenos Aires, 17 de agosto de 1891 - 24 de enero de 1967)

Poemas

Santiago Roncagliolo