La clásica humildad de Eduardo
Eduardo Chirinos, excelente poeta que con su temprana muerte a los 56 años hizo ver a muchos el valor que tiene la vida de alguien talentoso y a la vez modesto y sencillo, pasó por el suplicio de tantos jóvenes de su época que con la era moderna, la del éxito profesional y empresarial, la del predominio de la sensatez, impedía que muchachos recién egresados del colegio, sensibles y cultivados, quisieran diseñar su futuro como creadores.
“Cuando decidí estudiar literatura mi papá me dijo, bueno, si quieres seguir esa carrera con la que te vas a morir de hambre, primero, no te la voy a pagar y segundo, arréglatelas tú si quieres hacerlo. Bueno, lo que quería mi papá, más que reflotar la economía familiar (somos cinco hermanos y no pagar la PUCP era ya un alivio), y ahora me doy cuenta, era arrojarme al mercado laboral que me esperaba. Y me hizo ver qué me esperaba laboralmente si me dedicaba a la literatura.”
Chirinos tuvo que tomar los dos únicos caminos que lo salvaban de ese vaticinado fracaso total: la enseñanza y el periodismo. Lo explicó así: “Tú sabes que los jóvenes literatos son mano de obra barata para el periodismo. Empecé a enseñar en una academia de preparación preuniversitaria y a trabajar en el suplemento cultural de La Prensa…. Con eso tuve la excusa para conocer a esos poetas, pintores, novelistas que admiraba y poder hacerles las preguntas puntuales que a mí me interesaban”. A pesar de todo no hubo queja, la clásica humildad de Eduardo. Nos deja una nutrida estela de poemarios y ensayos a los que siempre vale la pena volver.
Conoce más sobre la historias secretas de Eduardo Chirinos en el podcast Encuentra tu poema.
Lima, 4 de abril de 1960- Missoula, EE UU, 17 de febrero de 2016