Leído por Jorge Edwards
El corazón guarda en sus cámaras frigoríficas
carne helada, cuerpos fríos que cuelgan
de garfios de acero
atraídos por gravedad y pena.
Eso que llaman «llevar un peso en el corazón»
no se parece a nada o se parece
al peso de medio kilo de aceitunas negras
envueltas en una bolsa de papel marrón.
Eso que llaman «llevar un peso en el corazón»
no es sino una bolsa húmeda de aceitunas negras
a punto de perforarse.
El corazón late, la carne cuelga.
Vamos, hermanos, a morir de frío, vamos.
Del libro El lenguaje es un revólver para dos (2008)