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El vaso

Juan Gonzalo Rose

Leído por Mariana de Althaus

Roto ha de estar, supongo,
el vaso cojo de mi antigua casa.
¡Cómo ha podido contener, él solo,
el agua toda que bebí en mi infancia!

Alguna mano familiar y amiga
debió romperlo —una tarde acaso—
y toda el agua de mi infancia rota
cayó en mi alma, viuda de ese vaso.

No lo neguéis (mamá no ha sido adrede)
desde aquí estoy viendo,
parado y solo en terraplén extraño,
el agua de mi infancia derramada.

Así como yo cuido mi corazón, cuidadme
los amados objetos de ese reino
que edifiqué con risa ya llorada.

Ayer —no me lo dijo nadie, lo he sabido
como se advierte el dolor del llanto
en la cama de hotel que nos cobija—
alguien ha roto el vaso donde un niño
supo peinar la sed de lo jugado.

Por eso insisto:
guardad las cosas del que está lejano,
defendedlas de los vuelos terribles de la mano.

Estar ausente tantos años hace
sentirse un muerto al vivo más presente
y por eso perdono (yo, el culpable)
tanto naufragio,
tanta rotura de alma impunemente.

Pero el vaso, no, el vaso nunca:
otros vasos habrá, pero ninguno
que conserve los versos de la fuente.

Del libro Cantos desde lejos (1957)