Leído por Ángeles Mastretta
digamos que ganaste la carrera
y que el premio era otra carrera
que no bebiste el vino de la victoria
sino tu propia sal
que jamás escuchaste vítores
sino ladridos de perros
y que tu sombra tu propia sombra
fue tu única
y desleal competidora.
Del libro Canto villano (1978)