Leído por Cécica Bernasconi
Vivir es alegre, los he oído reír cada vez
más fuerte y seguían cada vez más alegres,
la noche se apiada de mí porque no siento
vergüenza.
Y una más pide el más ronco que traga sin ser
procaz porque es suave y delicado, adora la
botella como una nalga de mujer
a grandes sorbos.
Aquél sí es de los peligrosos: roba mata miente
y es astuto, pero cuando pasa próximo a mi mesa
sus grandes ojos de arañas sedosas se deslizan
como un tigre en mi regazo. Por fin siento
que he viajado.
Del libro Todo orgullo humea la noche (1988)